martes, 4 de junio de 2013

El olvido

El olvido debería salvarnos de la soledad de quienes no están
Del anhelo de quienes nunca tuvimos,
De los sueños imposibles, de los abandonados
Debería salvarnos del reproche de las almas renegadas
Del momento constrictor del adiós
De todas las despedidas indeseadas
De las alegrías impugnadas, de la ganancia del temor

El olvido debería salvarnos del recuerdo
De la memoria infalible de nuestra biografía
De remembranzas tristes, de nostalgias
De las caricias y besos ajenos
Del amor eterno que no fue para siempre
De las aventuras de los apasionados

El olvido debería salvarnos de la guerra
De pelearnos cada día por la idea
De sufrir en exceso por las causas perdidas
De derrochar orgullo ante los dignos
De esa mirada triste entre la gente, del hambriento
Del ausente por la muerte
De la voluntad indecisa

El olvido debería salvarnos de buscarnos
De la soledad de esos abrazos tan desesperados
De la odiosa despedida, del temor de perder a quien se ama
De la herida, de las faltas, de las risas falsas
De la memoria infalible de tu rostro
De tu mirada fría que me olvida
De tu beso ausente, de tu ausente caricia

El olvido debería salvarme de ti
Debería salvarte de mi
Debería sobre todo, salvarnos de un nosotros
Del miedo de perdernos o estarnos demasiado
De olvidarnos
De tocarnos en medio de la noche
Debería el olvido, de enjuiciarnos la memoria
De salvarnos de dolernos tanto,
De extrañarnos

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